Puerta de San Sebastián
El verdadero nombre de esta puerta monumental, una de las más grandes y mejor conservadas de las Murallas Aurelianas es la Puerta Appia, denominación tomada de la importante arteria a la que daba. En la Edad Media el nombre se transformó en Daccia y Dazza y al final ganó el de puerta de San Sebastián, en recuerdo al mártir cristiano sepultado en la basílica de la vía Appia, a escasos metros extramuros.
El actual aspecto de la Puerta es el resultado de muchas transformaciones arquitectónicas a lo largo de los siglos, que en la Antigüedad pueden subdividirse en cinco periodos:
1 - La forma original de la puerta consistía en dos arcos gemelos, con la fachada revestida de travertino y dos torres semicirculares a sendos lados en cuyo interior se situaban en posición central escaleras para acceder a las plantas superiores. Más adelante, estas escaleras se estrecharon y, por último, fueron amuralladas. Actualmente, en la fachada interior de la puerta, junto a la entrada al Museo delle Mura pueden verse tres bloques de mármol travertino, restos de uno de los arcos originales que fueron cegados.
La primera planta de las torres, es decir, la sala de maniobra de las armas, contaba con tres ventanas de arco, mientras que la estancia sobre los arcos de la entrada se iluminaba con cinco ventanas de arco. Sobre el segundo plano se construyó una terraza descubierta protegida con un almenado. El experto Richmond halló antes de 1930 restos de esta primera fase en el interior de construcciones más tardías.
2 - Las primeras transformaciones de la puerta fueron realizadas por Honorio contemporáneamente a la reconstrucción general de las murallas. Nuevas torres de ladrillo más altas y de forma circular englobaron a las antiguas; además, se añadió en el lado interior una contrapuerta formada por dos muros semicirculares dispuestos en forma de tenaza que formaban un patio de seguridad con dos arcos alineados con los de la puerta. Hoy sólo se conserva parte del brazo oeste en el que se abre el acceso al museo, englobado en el muro moderno de sostén del terraplén, y escasos restos del brazo este.
Estos patios interiores no sólo tenían función militar como seguridad, sino que también se usaban para controlar la entrada de mercancías pues albergaban las oficinas y los guardias de impuestos.
3 - La obra de ladrillo de la fase precedente fue parcialmente destruida cuando se llevaron a cabo las trasformaciones de ese periodo que consistieron en la construcción de los imponentes bastiones que abrazaron las torres y que dejaron libre solo una planta, y cuando se transformaron las bóvedas de sostén de la entrada en una sola, como puede verse hoy. Tanto el armazón en torno al arco como el primer piso de los bastiones se forraron con bloques de mármol reutilizados, que terminan en la parte superior en una cornisa. En algunos de esos bloques se observan muescas en relieve y no se sabe si se trata de símbolos con valor mágico (religioso) o si simplemente se usaron para trasladar los propios bloques. En la clave del arco interior está grabada una cruz con una inscripción en griego que dice: «Por la gracia de Dios, a los santos Conón y Jorge». Cruces similares o de ladrillo se suceden a lo largo de las murallas o en las puertas y deben interpretarse como expresiones del cristianismo. El hecho de que esa inscripción sea en griego puede relacionarse con la presencia de maestros albañiles de origen griego en la construcción de las murallas.
Sala IV
En la primera planta del ático, usado como sala de maniobras para cerrar la puerta, aún se conservan las ménsulas de mármol travertino por donde corrían las cuerdas utilizadas para mover la reja a lo largo de vías situadas en el interior del arco de entrada.
Sala II
4 - En el interior de las torres se eliminaron las pesadas bóvedas de piedra que las subdividían en tres plantas, cuyos anclajes aún pueden verse en el segundo piso del museo. La parte alta del bastión cuadrangular de la Torre Oeste, construida con bloques de toba con dos franjas de travertino, puede atribuirse a las restauraciones practicadas entre los siglos VI y IX tras el hundimiento del frente del bastión tras diversas sacudidas sísmicas.
5 - En la última fase constructiva las torres y el ático situado encima de la entrada se elevaron un piso, dando a la puerta el imponente aspecto actual.
A partir de la Edad Media la puerta fue escenario de revueltas como la de 1327 entre las facciones romanas de los güelfos y los gibelinos, que se opusieron al ataque de Roberto de Angió, rey de Nápoles, y a sus pretensiones de ocupar Roma. En memoria de este acontecimiento se grabó al arcángel Miguel matando al dragón en el marco interior de la puerta junto a una inscripción en latín que recuerda que «en el año 1327, indicción XI, mes de septiembre, penúltimo día, fiesta de san Miguel, entró gente extrajera en la ciudad y fue derrotada por el pueblo de Roma bajo la autoridad de Jacobo de’Ponziani».
En 1536, la puerta de San Sebastián fue designada por orden del papa Pablo III como entrada solemne de la llegada del rey de España Carlos I. Para esa ocasión, la puerta se cubrió de adobe y se decoró como un arco triunfal siguiendo el proyecto de Antonio de Sangallo el joven: estatuas, festones y frescos de los que sólo se conservan los ganchos de hierro de los que colgaban los festones bajo la cornisa de los bastiones de mármol. En 1571, la puerta se decoró de nuevo con trofeos, festones y pinturas con motivo de la entrada triunfal de Marco Antonio Colonna, vencedor de la batalla de Lepanto.
Se han datado intervenciones de restauración posteriores, entre 1749 y 1752, bajo el pontificado de Benedicto XIV, consistentes en la recuperación exterior e interior de la fachada del torreón derecho y en la reconstrucción de gran parte del almenado. En 1783, dos documentos señalan la necesidad de consolidar el torreón norte en particular.
Valadier (s. XIX) describió el estado de conservación de la «Puerta Capena, actualmente San Sebastián» y refirió que las torres estaban cubiertas de techos y no mostraban una situación de degradación particular. Entre 1940 y 1942, cuando la puerta se convirtió en estudio y vivienda de Ettore Muti, en su interior se realizaron restauraciones consistentes en la reconstrucción de las superficies hundidas tanto del ático encima de entrada, como en las torres para recuperar la subdivisión en dos planos. Como muestra la documentación fotográfica de archivo, se recuperó la cubierta en forma de bóveda del primer piso del cuerpo central y, en las torres, la reconstrucción de las dos plantas llevó a cegar algunas ventanas y a incluir los restos de las uniones de las bóvedas originales en la nueva construcción.
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